Parece una ley irrefutable: cuando alguien sin mucha preparación está harto de ir de la tele al ordenador y del ordenador a la tele, lo primero que se le ocurre es buscar trabajo en una tienda de ropa. Como ejemplo, mi prima. En su caso, la tienda era H&M y la prueba, de lo más práctica. Ella y otras dos candidatas tenían que arreglar toda una sección que había sido previamente desordenada. Hasta ahí bien. Seguidamente, debían enfrentarse a una clienta, interpretada por una dependienta de la misma tienda. El diálogo fue el siguiente:
– ¡Hola! Quería unos vaqueros.
– ¿De qué tipo?, preguntó mi prima.
– No sé.
– ¿Pitillo, anchos, elásticos...?
– No sé.
– ¡Vale! ¿Y qué talla tiene?
– Pues no sé. ¿Tú qué crees?
¡Venga ya! Reto al entrevistador a que vaya a cualquier tienda de H&M con esas mismas preguntas. ¡A ver cuánto tiempo tarda la dependienta en mandarle a la mierda!
Todos sabemos lo frustrantes que pueden ser las entrevistas de trabajo. Llegamos a casa hechos polvo y nos pasamos los días controlando el teléfono. Por eso vale la pena que de vez en cuando nos las tomemos a risa y nos relajemos un poco. Yo he tenido algunas de lo más surrealistas, igual que mis amigos, y cuando las recordamos ahora, siempre acabamos de buen humor. Espero que tú también y, si de paso, te sirve de ayuda la información de este blog, mucho mejor.
lunes, 20 de diciembre de 2010
Si eres mona, mejor
CC imagen de Edgie168 en Flickr
Uno de los jefes más raros y con un sentido del humor más negro que he tenido en mi vida fue el responsable de Edición de un periódico. Tengo que decir, sin embargo, que a pesar de sus rarezas, te permitía decirle con toda franqueza lo que pensabas de cualquier cosa. Se dio la circunstancia de que necesitábamos una persona más en el departamento –sí, hubo un tiempo en que eso sucedía– y empezó a hacer entrevistas a posibles candidatos. Después de la primera, le pregunté qué tal había ido y su respuesta no pudo ser más sincera: "No la voy a coger porque es muy fea". Le digo que me parece injusto y me suelta que ya que la va a tener delante ocho horas al día, mejor si es guapa. Y, a continuación, añade que en mi selección fue determinante que tuviera unas manos bonitas y bien cuidadas. Si lo llego a saber, en lugar de pagarme un máster, me compro un bono de manicura.
¿Y usted cómo está de fuerza?
Un amigo irlandés arqueólogo me contó que su primer empleo fue en una zona donde pensaban construir una carretera, pero en la que cabía la posibilidad de que existieran restos históricos. Cuando llegó a la empresa, lo primero que le sorprendió es que todos los arqueólogos seleccionados fueran jóvenes muy atléticos, como él. La respuesta no se hizo esperar. Su trabajo consistía básicamente en ir cavando con un pico de considerable peso los márgenes de la carretera en busca de posibles restos. Lo peor de todo, me comentó, no es que en Dublín llueva un día sí y otro también, sino ver a los operarios sentados cómodamente en sus excavadoras a la espera de que los arqueólogos les dieran el visto bueno para seguir. Mi amigo está convencido de que todavía hoy se están riendo de él.
"Se necesitan extras"
CC imagen de xTrish en Flickr
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